Al llegar el mes de septiembre el órgano más grande del cuerpo necesita un respiro: el sol, las altas temperaturas, la playa y la piscina suponen un gran reto para la mayoría de pieles.
El otoño es la estación ideal para iniciar tratamientos dermatológicos para mejorar la piel tales como peelings, mascarillas o el uso de cremas hipopigmentantes pero se aconseja mantener la protección solar junto con nuestra crema hidratante.
¿En qué consiste un peeling?
La descamación o exfoliación de la piel del rostro supone una destrucción mayor o menor (según la profundidad del ácido) de las capas más superficiales de la piel mediante la aplicación de un agente químico.
Está especialmente indicado en :
Eliminación de manchas: Se unifica el tono de la piel y se consigue un aumento de la luminosidad.
Cicatrices o acné: Reduce cicatrices, la piel está más tersa y suave, cierra los poros y mejora el acné.
Fotoenvejecimiento: Aumenta la producción de colágeno y la elastina, disminuye arrugas de expresión, rejuvenece la piel y aumenta la renovación celular.
Tipos de peeling:
Ácido glicólico: Se extrae de la caña de azúcar, consta de una pequeña molécula que consigue una correcta penetración en la piel. Está indicado en acné no inflamatorio, manchas y envejecimiento.
Ácido salicílico: Se extrae del sauce. Con un efecto antiséptico es un antinflamatorio muy potente, trata machas con efectividad.
Ácido mandélico: Se extrae de la almendra. No irrita tanto como el glicólico, es muy útil en pieles sensibles y fototipos elevados (piel negra).
Ácido retinoico: Estimula la producción de colágeno, reduce los poros, es muy útil para el acné no inflamatorio y el envejecimiento de la piel.
Ácido tricloroacético Está indicado en cicatrices profunda y piel muy fotoenvejecida. Siempre en pieles claras.
Los peelings se indican entre cada 7 y 28 días según el tipo de tratamiento realizándose un promedio de 5 sesiones.